jueves, 20 de enero de 2011
Los falsos positivos en las mamografías provocan ansiedad y merma la calidad de vida, según estudio
Investigadores de la Universidad de Tilburg, en Países Bajos, aseguran que la realización de mamografías para conseguir un diagnóstico precoz del cáncer de mama puede acarrear consecuencias muy negativas si finalmente no se detecta ningún tumor, ya que los falsos positivos provocan ansiedad y un empeoramiento de la calidad de vida de quienes lo padecen.
Según los resultados de una investigación que publica en la edición 'on line' de la revista 'British Journal of Surgery', este deterioro viene provocado por la cantidad de pruebas a las que estas mujeres deben someterse hasta corroborar que no hay enfermedad y, según recuerdan los autores, los efectos "negativos" del falso positivo se pueden alargar "por lo menos un año".
En el estudio participaron un total de 385 mujeres que, tras someterse a una mamografía, obtuvieron un resultado anormal. Tras sucesivas pruebas, en 152 se confirmó posteriormente la presencia de un cáncer de mama mientras que en las otras 233 las pruebas descartaron esta posibilidad.
"Aunque el sentido común nos hace pensar que la detección temprana del cáncer de mama es buena y la mayoría de los programas de cribado han tenido éxito en reducir las muertes por cáncer de mama", explica el doctor Lideke van der Steeg, autor de la investigación, han observado que, en algunos casos, "hay mujeres que sufren una ansiedad innecesaria".
De hecho, los resultados del estudio muestran que "a aquellas mujeres con tendencia a ser ansiosas les fue mucho peor cuando recibieron un falso positivo que si, en realidad, se les diagnosticó un cáncer".
Las mujeres con mamografías anormales fueron atendidas en diferentes hospitales durante los cinco años posteriores a la primera prueba, y su calidad de vida (QoL) se evaluó a través de un test avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que evalúa la calidad de vida en seis términos: salud física, salud psicológica, nivel de independencia, relaciones sociales, medio ambiente y nivel de espiritualidad.
En una de cada tres mujeres (32%) que presentó un falso positivo fueron necesarias más de tres nuevas pruebas para determinar que no había cáncer, mientras que más de la mitad (55%) debía volver a la consulta un año después del primer diagnóstico, algunas hasta en ocho ocasiones.
Esto provocó que los niveles de ansiedad en estas pacientes variase hasta un 55 por ciento con respecto a quienes finalmente fueron diagnosticadas con cáncer, de ahí que estos autores propongan "valorar los posibles beneficios y riesgos de participar en estas campañas de cribado".
"A menudo las mujeres sobrestiman su riesgo de cáncer de mama y el material proporcionado por profesionales de la salud y agencias gubernamentales a menudo se centran en los aspectos positivos de la detección temprana", explica Van der Steeg, aunque "no siempre son objetivos".
No obstante, recuerda, hay que tener en cuenta como efecto adverso de estas pruebas "la ansiedad y la reducción de la calidad de vida que muestra este estudio en los falsos positivos
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